El autor tiene una pregunta inicial: cómo se llegó a la formación de los actuales cuatro evangelios y quiénes son sus autores. Con un esfuerzo de sencillez divulgativa se da una respuesta que sitúa a los cuatro evangelios en el corazón de la Iglesia y en el corazón de las comunidades cristianas primitivas.
Evangelio, en su origen, no designaba un escrito sino la noticia de una actuación, a saber lo que Jesús hizo y dijo y mandó proclamar a todo el mundo. En realidad, fue a partir de Justino, alrededor del año 150, cuando se empezó a emplear evangelio para designar libros que recogían la “memoria de los apóstoles” en torno a la figura de Jesús de Nazaret.
El volumen ofrece una rápida crónica de la transformación que sufrió la primitiva predicación oral hasta convertirse convirtió en cuatro escritos, presenta cada uno de ellos y alude a su temprana aceptación canónica.