“Puede haber muchas teorías sobre lo que es la santidad, abundantes explicaciones y distinciones… Nada más iluminador que volver a las palabras de Jesús y recoger su modo de transmitir la verdad. Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de identidad del cristiano” (Papa Francisco).
El comentario a las bienaventuranzas mateanas que presento se ha escrito con el convencimiento de que a los discípulos de Cristo hoy nos falta vivir el evangelio con más alegría. Ni más, ni menos. No son muchos los que entre nosotros saben gozar de su vida, mientras siguen a su Señor. Y son menos los que consiguen dar a los demás cuanto aún esperan ellos recibir de su Dios, como a Dios gusta, con alegría (2 Cor 9,7). Sin embargo, Dios y su reino no vendrán más que para cuantos los hayan sabido echar en falta, los que logran mantener la esperanza en la otra vida sin perder la alegría en ésta. El Dios de las bienaventuranzas es el futuro de cuantos logran vivir ya satisfechos sin haberlo conseguido todo ya; de quienes, aún en el dolor o la enfermedad, saben sonreír gratis, pero siempre, al hermano que se les acerca (De la presentación del libro que hace el autor)